Te doy mis ojos y mis manos
te doy los caminos y las verdades
para que te sirvas de ellos.
Te doy el silencioso puñal
para que desgarres mis miedos
y des vida a mis sueños.
Te doy mi aire y mi fuego
mis sonidos y mis silencio
para que los escondas o los revuelques.
Te doy mi cansancio y mis
lágrimas
vertidas antes de tu
existencia
para que la sal ya no amargue
mis días.
Te doy aquellas palabras prohibidas
aquellas que nadie se atreve a conjurar
por miedo de perder en ellas sus fuerzas de vivir.
Te doy atardeceres y olvidos
porque y no los preciso,
porque a tu lado
solo hay amaneceres y
recuerdos.
Te doy solo esto, porque más no tengo
porque soy pobre de materias y rico en sueños
y si me acompañás a viajar
quizás haya más en mí, de lo que realmente haya en mí.
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