miércoles, 25 de julio de 2012

Fulana


Para R. M. M.

Fulana.
Si vos te vas, yo no sé qué haré
porque corrimos
cuando tuvimos que gatear.
Si vos te vas ahora,
cuando tenés la posibilidad
yo creo que me vaciaré.
Que perderé la orientación
y me perderé en mis palabras
en tus recuerdos y tus perfumes.

Fulana, si me dejás
ahora que tenés la oportunidad
yo no sé qué haría
con todos mis sueños
o todos mis caminos.
¿Dónde guardaría mi amor y el cariño
el anhelo por tus labios
o la locura por tu sonrisa?

Para serte honesto, Fulana
si vos te fueras, si te aburrieses
te entendería, y Dios sabe que sí,
pero lloraría con la vida tu adiós
y no volvería a mediar palabra
con tu sombra errante

Sueños


Creaste con tu sonrisa
un paraíso soñado
un edén de esperanzas.
Cada sueño formó
un castillo en el cielo
donde quiero vivir,
donde quiero estar.

Raras veces los sueños
se tornan realidad
y tan raras son esas ocasiones
que al verte creo mentir.
Creo estar emponzoñado,
a mis ojos creo fallar,
pero cada beso
ligero y etéreo que me regalás
es la afirmación
de que ciertos sueños
sí existen.

Sos creadora y creación
tus manos son mundo,
tu sonrisa cielo,
tus ojos mar
plagado de miedos.

sábado, 21 de julio de 2012

Una pequeña y sutil defensa a la misantropía


Misántropo, pa.
(Del gr. μισάνθρωπος).
1. m. y f. Persona que, por su humor tétrico,
manifiesta aversión al trato humano.

Definición de la RAE

Pienso (mala costumbre que aprehendí), sobre mis relaciones sociales. Pienso y medito. Medito y pienso. Y pienso también sobre las relaciones entre otros con otros. Pienso en el mundo, en la sociedad, en el hombre. Quizá, deba empezar de lo más pequeño, a lo más grande, para poder proceder a mi defensa.
El hombre es caos en su estado más puro. El hombre presenta una dualidad de almas, de espíritus, de esencias, al y al cabo. Dentro de su ser fluye el caos a ríos, a mares. Nosotros sólo somos un mero camino de transición. No somos más que eso. Somos cuerda tendida sobre el vacío, uniendo a lo bestial, de lo divino. Nos disfrazamos de cosmos, de orden, y somos caos, completo y voluptuoso caos. Derrochadores de sexo, lujuria, despotismo, excesos, perjuicios… eso es el hombre. El hombre no es un ser de luz, el hombre busca serlo. Y de eso se trata la vida, de buscar la perfección. Perfección que no existe. Teniendo en cuenta este concepto sobre el hombre, la definición de sociedad, no es nada extrañable. Teniendo en cuenta cómo se desenvolverán las sociedades, el porvenir de nuestro mundo no es nada sorpresivo.
Entonces, yo medito y pienso. Pienso y medito. La misantropía no es algo tan aberrante. El hermetismo social es lo más sano que puedan practicar algunos individuos. Y sí, sólo algunos. Salvarse es una opción. Si todos sucumbieran al hermetismo social, no habría relaciones, si no hubiere relaciones, no habría sociedad. Y el mundo colapsaría. Por eso es menester que algunos sean los redentores que se sacrifiquen a relacionarse con la sociedad, mientras otros pocos deciden salvarse de todas las infamias que la sociedad acarrea.
Pero, luego de meditar y pensar, caigo a la conclusión de lo siguiente. Uno se aleja de la sociedad, de las personas, para salvarse del caos de éstas personas. Pero ¿quién nos salva de nuestro caos, nuestro propio y malhechor caos interno? Como toda elección nos plantea dos caminos. Por un lado tenemos la austeridad, la soledad y la introspección, buscando el equilibrio interno bajo el avizor ojo y mano propia (o la eventual presencia de alguien); o bien, por otro lado, podemos convivir insertos en la sociedad, fundiendo nuestro caos con el de otros.
Dejo mi caos, mi furibundo y tempestuoso caos, a mi encargo y al de ella, cuyo caos también es enredado y oscuro.

sábado, 14 de julio de 2012

Delirios I: La Virgen Loca


»Así, como mi pena se renovara sin cesar, y como me sintiera más extraviada ante mis propios ojos -¡como ante todos los ojos que hubieran querido mirarme, de no haber estado condenada para siempre al olvido de todos!- tenía cada vez más y más hambre de su bondad. Con sus besos y sus abrazos amistosos, yo entraba realmente en un cielo, un sombrío cielo, en el que hubiera querido que me dejaran pobre, sorda, muda, ciega. Ya empezaba a acostumbrarme. Y nos veía a ambos, como a dos niños buenos, libres de pasearse por el Paraíso de la Tristeza. Nos poníamos de acuerdo. Muy emocionados, trabajábamos juntos. Pero después de una penetrante caricia, me decía: "Cuando yo ya no esté, qué extraño te parecerá esto por que has pasado. Cuando ya no tengas mis brazos bajo tu cuello, ni mi corazón para descansar en él, ni esta boca sobre tus ojos. Porque algún día, tendré que irme, muy lejos. Pues es menester que ayude a otros: tal es mi deber. Aunque eso no sea nada apetitoso... alma querida..." De inmediato yo me presentía, sin él, presa del vértigo, precipitada en la sombra más tremenda: la muerte. Y le hacía prometer que no me abandonaría. Veinte veces me hizo esa promesa de amante. Era tan frívolo como yo cuando le decía: "Te comprendo".

Fragmento
Jean Arthur Rimbaud

El Puerto


Ya los caminos serpentean
difusos y herrumbrosos.
La noche se vació de risas
y el viento huele a “Adiós”.

Un manto de lluvia gris
cubre nuestro mundo juvenil.
Rápido y locuaz, el sol nace
en una partida calma y silente.

Y tu cuerpo tibio se recuesta
a orillas de este mar verde.
Y todo lo que la lluvia toca
se vuelve cristal plateado.

El sol ahora baña tus huellas,
tu triste adiós y tu despedida.
Tu mano grácil y pequeña se agita
y el viento envuelve mis plegarias.

El fuego tiembla y un suspiro
barre las cenizas de aquello que ardió.
Las flores de la memoria se marchitaron
y el jardín de los recuerdos murió.

Ahora, entre vos y yo
solo hay un mar de letanías
de soliloquios y despedidas
lágrimas negras y flores de papel.

martes, 10 de julio de 2012

Ausencia


Ya no hay ojos
ni miradas compasivas.
Ya no hay néctar
sólo el salitre
de las lágrimas pasadas.

Ya no te guardo esperanzas
de futuro en armonía,
ni certezas de amores
o abrazos conmovedores.

Ya no le guardo cielo
a tus alas de mariposa,
ni suspiros idílicos
a tus palabras negras.

Ya no te queda cobijo
o resguardo de las
            lluvias venideras,
se acercan las tormentas
y las bestias, los toros
y tu soledad es una
            niña creciente.

Y el pasado ahorca tu futuro
tu sombra se cobija en tus pasos
tus sueños se vuelven nada
y todas tus esperanzas
de estar alguna vez bien
se pierden por la alcantarilla.

lunes, 9 de julio de 2012

Cuando la música acabó



Ése instante tan vacío
            y sublime
en que la música murió
en que el mundo se vació
y solo quedaban tus ojos
tus labios fugitivos
y algún sueño moribundo.

            Aquel segundo maldito
                        no lo he de olvidar.

Jamás podré arrancar
            de mi sangre
tu sonrisa vagabunda
tu piel compartida
tus besos comprados.

Y no voy a hacerlo
porque ya sos historia
sos parte de mi historia
y sin mi historia
sin estas lágrimas negras
sin las risas que me robaste
sin nada de eso, no sería yo
sería ave de invierno
perdida en el mar
cayendo, en picada
a su muerte final.

Regalale él lo que tus ojos
             me niegan,
Pero yo sé, que a él poco le importan.

Las estrellas me dijeron
que algún día volverás
con los sueños muertos
y el alma fatigada
a buscar refugio en mis brazos
amparo en mis palabras.
Pero no te olvides que
             yo no olvido.

sábado, 7 de julio de 2012

Un pequeño y sutil ensayo sobre la fe


¿Creer o no creer? Una duda existencial que a más de uno nos habrá asaltado. En especial en la adolescencia. Quizás nuestra fe empiece a agonizar en esa época, y termine de morir cuando uno es adulto.
         Cuando hablo de fe, no me refiero ni puntualizo sólo en la fe en Dios. Fe se le puede tener al colectivo para que no se rompa, cuando andamos escasos de tiempo, al amigo, cuando lo necesitamos firme a nuestro lado, al pupilo, cuando lo necesitamos radiante y brillante. Y quizá, ahí esté la respuesta: nosotros tenemos fe porque necesitamos. Como necesitamos, esperamos. Y esperamos algo que no está a nuestro alcance, ergo, no está en nuestro dominio. Si estuviera en nuestro dominio mantener perfecto el funcionamiento del colectivo, no rezaríamos para que no se detenga, pinche una rueda o, mismo, explote.
         La fe es aquella facultad que nos creamos, ingenuamente, para asegurarnos que una ilusión, bella e infantil, se ha de concretar. Quizá sea por eso, que al crecer, la fe se nos evapora.
         Decir que la fe se nos evapora, es erróneo. Me disculpo. Nosotros nos creamos la fe para subsistir, para creer. Para darnos ilusiones que nos ayuden a vivir. Cuando los reveses de la vida nos aniquilan las ilusiones, y nos hacen ver las cosas tal cual son, y no como la ingenua fe las pintaba, desechamos aquel motor de ilusiones, de sueños, porque nos damos cuenta que es inútil, que es absurdo, seguir pariendo sueños, esperanzas o fe, cuando todo se torna gris o, mejor dicho, real.
         Aun así, nosotros elegimos creer. Elegimos tener fe. Yo elijo tener fe en el amor, en que en algún momento encontraré quien me complemente y me arranque sonrisas a por montones. Necesito creer eso, necesito creerme eso, tragarme ese cuento. La fe, sobre todo, responde a una necesidad.
         ¿Creer o no creer? Sí, porque lo necesito.