jueves, 29 de diciembre de 2011

Silencios


 “al negro sol del silencio
se doraban las palabras”
 Alejandra Pizarnik
En tus labios se amotinan
los silencios pasados
de cariños hace tiempo
de soledades presentes.

Que se arremolinan
y embisten tu alma
de paloma fuego
de niña perdida.

Y tus silencios me llaman
me besan y se abrazan
a mis ausencias y días
a mis memorias y mis vicios

Esgrimo un “te amo
que se clava en aquel
silencio yermo y mordaz
que separa nuestros cuerpos.

Edifico un “estaré siempre
entre tus neblinosos cabellos
para estar a tu lado
cuando me necesites.

Y planto un “adiós
que amenaza con devolver
mi cuerpo al tuyo
para abrazarte y amarte.

martes, 27 de diciembre de 2011

Poema 6


Me soñé lejano
entre lilas y llamas,
tras de mí un océano
de voces muertas
que reclaman mi alma.
Ante mí se erige
impertérrita y majestuosa
la puerta del erebo.
         He de cruzarlas.
Caminaré descalzo
sobre las llamas del averno
hasta morir de hastío
         y de frío
allí abajo
en el último círculo.

Las voces comienzan a aullar
elevando sus plegarias
a los cielos imperecederos.
Cada día me siento más lejos
de San Pedro y sus puertas.
A cada momento me acerco más
al lujurioso filo de un cuchillo,
o a la sensual soga que me acariciará.

Me estremezco y siento frío
hay un dolor innombrable
que corre por mi sangre
y clama por tu ser.
Quiero hundir mi cuerpo
en tus brazos protectores,
que son redención y amparo.
Quiero que pongas primavera
a este invierno en mi alma
pero no quiero que sufras,
y sé que conmigo lo harás.

Poema 5


Me pregunto qué será
de tu cuerpo calmo y tibio
en aquel invierno e infierno
que el olvido te obligó a vivir.
Me pregunto que será
de tus lágrimas plenas
de dolores y angustias
de pasados y recuerdos.
Si me pregunto, no es en pasado
         sino en futuro.
Quizá sepas darme alguna respuesta

Poema 4


Vacilo entre la certeza
         y la incertidumbre
y abrazo con amor
la esperanza del fin.
Tengo miedo a sufrir
pero me es inevitable
         ansiar el fin.
Aquel momento silente
en que mis brazos
caigan muertos e inertes,
abatidos de luchar en vano,
se acerca trémolo de silencios
y repleto de plegarias al cielo.
Probablemente ya nada sea
lo que alguna vez pensé
         soñé o imaginé
sino la sucesión de dolores
de infinitos cuchillos y alfileres
clavados en mi pecho
mientras entre estertores agónicos
me despido de ese sueño
que se ha vuelto material y humano
pero que no es lo que quería.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Exilio

De 
Alejandra Pizarnik

Esta manía de saberme ángel,
sin edad,
sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.

¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?

Siniestro delirio amar a una sombra.
La sombra no muere.
Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno:
una logia callada,
fantasmas en dulce erección,
sacerdotes de espuma,
y sobre todo ángeles,
ángeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche
y devastan la esperanza.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Poema 3


  "...que los celos son traviesos
mitad falta de sesos
y mitad inseguridad."
Ricardo Arjona
Me enseñaste
La noche está de brazos cruzados
y pienso en tu cuerpo y el mío
y observo con triste melancolía
aquel miedo siniestro
que existe y, a veces, no
de que ya no fueses mía.

Febo alto aguza su mirada
y hiere de muerte el valor
de querer cambiar un futuro escrito
de querer alterar los giros
de la Rueda del Destino
que gira y cierne su furia
contra vos y contra mi.

Sé que vagaré errante
por las veras del Cocito
alimentando con mis lágrimas
el precio de un error
que será tanto mío como tuyo.
Y sé que quizás
vos vagues perdida y extraviada
en un tibio torbellino
en el Segundo Círculo.

También puede que la inseguridad
me jueguen una mala pasada.

Cuando Eros te llame


 Siempre fue mi castigo
mi suerte o mi desgracia
compartir con Casandra
la pasión por descubrir en las estrella
sus tristes maquinaciones.
J.I.M.
Cuando Eros te llame
lejos de mi y de lo que
creo de vos
no pienses en volver a lo que
creo de mi.
Cuando Eros te lleve
a brazos ajenos
considérate perdida
considérate olvidada.
Cuando Eros te pierda
en su vorágine de lascivia
no dudes en apartar
aquellos labios malditos
de estos que alguna vez
te juraron amor.
Cuando Eros llene de sed
tu cuerpo inmaculado
y te tienda una copa de sangre
que no será mía
piensa otra vez
en los recuerdos y las memorias
que juntos creamos
en todo lo que perderás
y lo que jamás tendrás
por beber de ese
cáliz lleno de perjurios y felonías.
Piensa que cuando Eros
cubra con su sayal carmín
tu turbia razón
y te envuelva en una letanía
de mentiras y traiciones  
piensa si yo
hubiese hecho lo mismo.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Poema 2


Y emerge de la noche
de esa combinación siniestra
de la oscuridad y tu recuerdo
tu cara de ángel caído
que se hace con mis miedos
que blande mis inseguridades
para hacerse emperatriz de mis sueños.

De aquella puerta entre abierta
en el fondo más hondo de mi mente
se asoma un halo de luz
que trae consigo la esperanza
de que nunca abandones mi lado,
de que nunca te canses de mi amor

La noche se mueve cauta
por entre mi cuerpo y mis sueños
recorre con sus manos de seda
el edén que me dediqué a crearnos
mientras me dormía y te soñaba despierto
dibuja con sus tersas manos
los sueños de un presente
las nostalgias de un pasado
y los temores de un futuro.

Poema 1


Y se arquea el cielo
revuelto entre espasmos
de dolor y estertores
de amores rotos hace tiempo,
mientras un rayo fugaz
hace añicos su vientre
de estrellas
y plegarias mías.
Se revuelca el cielo
por esa herida sangrante
y llora
llora a cántaros sobre mi
y lava
lava con tus lágrimas
esta voluptuosa alegría
de creerme imperecedero
ante tu vista celeste
de creerme eterno
ante vos, sempiterno cielo.


Y gime el viento
entre mis rejas y mis recuerdos
que se lleve la amargura pasada
de aquellos días en los que el sol
nacía por pieles inalcanzables.
Gime con brava brutalidad
y en su letanía se asoma el dolor
por vagar errante por las calles
sin encontrar alguien que
lo calme entre sus brazos
Y gime el viento
y sacude el velo de mis ojos
y trae tu alba piel
tu castaño cabello
y tus ojos de princesa
sin rey ni reino,
y trae las reminiscencias
de tu voz y de aquel calor
de tus besos y tus caricias,
pero con premura el viento apaga
aquellas volubles notas
de aquel amor remoto,
que te decides a dedicarme.

Di mi nombre


Di mi nombre
con esa dulzura de ángel
que se escapa en la luz
de tus ojos puros y tibios.
Di mi nombre
y llena de miel tu garganta
con esa voz fraterna;
dilo en una letanía
no muy aprisa,
disfruta de cada una
de mis siete letras.
Dilo que ahí estaré
por vos y para mi.
Di mi nombre
al despertar en tu lecho
lejana y despojada de mi cuerpo
allí, con tus recuerdos
son tus tristezas y tus pasados
que emergen de fotos y recuerdos
para jugarte bromas sucias,
a vos y a mi.
Di mi nombre
para sentirme acompañado
de esa brisa de verano
que se cuela por tus besos
que trae consigo el aroma
de mares y otoños solitarios
que se unen a mis inviernos
para hacerles compañía
y deshacerse de ese frío
austero y mortal.

Sálvame


Sálvame
sálvame que un infierno
se agita incesante en mi pecho
que el dolor de no tenerte
me va consumiendo poco a poco
que el dolor de no tenerte
me deja pétreo y silente.

Sálvame
de tu mirada en los astros
de tu presencia en todos lados
sálvame, por favor
del miedo que tengo
a defraudarte

Sálvame del tormento
de voces y remolinos
de sombras y penas
que acechan mi noche
y mi sueño

Sálvame de esta pena
por no tenerte a mi lado
cuando te necesito
cuando te necesito.
Jamás sentí tanto tu ausencia
que ahora que tu presencia
es tan mal remplazada.

Sálvame de tu pelo
de tu rostro y de tu voz,
de ese remolino de tu barba
que es condena y espejo.
Sálvame, que soy un vástago frágil
que no podré ser jamás
tu reflejo.

Sálvame con tu voz,
con tu abrazo, con tu calor.
Sálvame de mi existencia
que es tu ausencia
y es mi dolor.
Sálvame, y quítame el peso
de no ser quien fuiste
de no rozar tu sombra,
y tu recuerdo.
Sálvame, si me amaste
sálvame de ti.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Vote Unicorn

I’ll vote for him…
And you?
Stop the violence
Stop the bulling
Stop the hate
Start the peace
Start the tolerance
Start the acceptance 

Si supieras


          Si supieras mi amor
                   que el miedo me paraliza
                            que desearía ser lo que buscás
                                      que quisiera ser más de lo que soy

          Si supieras mi amor
                   que en vos lo encuentro todo
                            que atesoro en mi mente cada risa
                                      sonrisa, momento, alegría y caricia

          Si supieras vida mía
                   lo mucho que me falta
                            si supieras dulce alma mía
                                      que sos la cura que necesitaba

          Si supieras la necesidad
                   de tus labios y de tus brazos
                            de tus cabellos y tus tibios ojos
                                      de tu cariño y de vos que tengo.

          Si supieras que te encuentro
                   en el aire que respiro en la mañana
                            en cada pensamiento cuando el sol muere
                                      y en cada sueño que atravieso en la noche

Si supieras…
si supieras, realmente no sé
que harías si supieras todo esto.

martes, 6 de diciembre de 2011

Oda a la pacificación

 "Bienaventurados los pacificadores porque
ellos serán llamados hijos de Dios."
ROMANOS 14:17-19.

Lo siguiente es obra de Mario Benedetti
 
No sé hasta dónde irán los pacificadores con su ruido metálico de paz
pero hay ciertos corredores de seguros que ya colocan pólizas contra la pacificación

y hay quienes reclaman la pena del garrote para los que no quieren ser pacificados .


Cuando los pacificadores apuntan por supuesto tiran a pacificar y a veces hasta pacifican dos pájaros de un tiro.

Es claro que siempre hay algún necio que se niega a ser  pacificado por la espalda

o algún estúpido que se resiste a la pacificación a fuego lento en realidad somos un país tan peculiar

que quien pacifique a los pacificadores un buen pacificador será.

Escucha, mi amor


Escucha, mi amor el estruendo
de la primavera árabe,
el ruido del faraón y del libio
que hicieron al caer.
Escucha, mi amor:
ya el sida es el cáncer del África,
el viejo mundo se está derrumbando
y los griegos pasan hambre.
Calma, mi amor, yo te cuido.
Que la abuela ONU, se muere
y su atolondrada hija, la OTAN
pacifica a diestra y siniestra
con aviones franceses.
Escucha, mi amor,
que ya no me preocupa
el Apocalipsis de los mayas
sino las armas de los persas.
Calma, vida mía, yo te cuidaré.
Te cuidaré aunque el peso
de torres gemelas caiga sobre mi
aunque Guy Fawkes por fin
dinamite el parlamento.
Escucha, mi amor, el fragor
de los rifles conquistadores sionistas
y el grito de los niños palestinos,
mientras los del norte y su bolsillo
ponen trabas a la paz.
Escucha. Yo siempre te cuidaré.

lunes, 5 de diciembre de 2011

El día que faltaron los parantes

"Como argentino, me duele enormemente, me amarga ver
cómo nos roban elecciones, como no cumplen la ley, 
cómo se burlan del pueblo.
Pero como radical, permitidme una confidencia: me alegro infinito en ello.
Porque nos han dado la bandera más pura,
más grande, más noble de nuestra Patria y tenemos de ella la exclusividad."
Marcelo T. de Alvear

Jamás olvidaré aquella excursión, hace algunos años atrás. Carlos,  Néstor, Juan y yo salimos a pescar, como teníamos por costumbre hacer una vez al mes. Nos íbamos a alguna lagunita olvidada, lo más lejos posible de la Selva Gris (como nos gustaba llamar a la ciudad).
                Pensarás que éramos un grupo de cuatro vagos. No estás tan equivocado. Carlos y Néstor eran doctores, no los que curan personas, sino los otros, los que las enferman: eran abogados. Por el contrario Juan era militar. Ahora que había llegado a un puesto alto y con muy poco futuro, había decidido tomarse las cosas más livianas.
                Me acuerdo que era un domingo de otoño. El sol caía lánguido y ceniciento, como con pesar y cansancio. Nosotros estábamos desayunando, alrededor del pequeño fuego que había hecho Juan. Tomábamos mate y comíamos unas galletitas que mi esposa me había mandado. A nuestras espaldas las dos carpas nos miraban de soslayo. Los parantes, por si no sabés, son aquellos “pilares” que sostienen la carpa. Por lo común, una carpa canadiense normal, tiene dos parantes: uno adelante y otro atrás. Los parantes sirven para sostener la cumbrera, que vendría a ser una especie de “viga” que sostiene el sobretecho.
                Decidimos ir a pescar, a la tarde nos volveríamos a la Selva Gris y estábamos con las manos vacías.
                Juro que jamás experimenté tal sensación de paz como cuando pesco. Nosotros honramos esa antigua leyenda que reza que no hay que hablar, pues los peces se espantan. Por lo tanto, nuestras voces se morían ahogadas en aquellas aguas verdes. Muy de vez en cuando, algún pez aventurero venía a visitar, pero se iba tan pronto advertía la trampa.
                Pasó una hora. Se hicieron dos horas. Como no hay dos sin tres, llegó la tercer hora de pesca. Y al rato, llegó la cuarta. Ya nos empezábamos a impacientar.
 -Para la próxima: escopetas.- Musitó Juan, muy bajo, para que los peces no lo escuchasen.
 -Habló el milico.- Dije sin que me importara si los peces me oían o no. De todas formas, nuestras risas fueron bastantes sonoras.
                Al cabo de unos minutos Carlos masculló:
 -Qué bárbaro que sos. Imaginá que se sentiría que te bombardeen la casa.
 -Tranqui Charly. Si lo llegan a hacer, yo ya me habré ido bastante lejos. Yo tengo contactos,- Dijo dejando la caña de lado, y acariciándose las manos, como si fuera alguna especie de mafioso.- estos peces no los tienen… por suerte para nosotros.
                Cinco horas pasaron. Cuando volvimos, nos quedamos pétreos frente a la escena. Nuestras carpas estaban frente a nosotros, tiradas. Parecía la piel vieja de una serpiente. Faltaban los cuatro parantes.
 -¿Para qué querría alguien los parantes?- inquirió Néstor.
 -Quizás nadie los robo. Quizás nosotros los perdimos.- contesté yo. El silencio de mis amigos era la mayor muestra de aceptación que pude obtener.
                Jamás olvidaré aquél domingo, previo a la pascua del 2001. No teníamos qué comer ni qué llevar a casa.

sábado, 3 de diciembre de 2011

La enamorada y el diablo


-¿Qué colinas son aquellas
que entibia el sol con bondad?
-Son las colinas del cielo
que tú nunca alcanzarás

-¿y qué montaña es aquella
tan triste y llena de escarcha?
-La montaña del infierno
que será nuestra morada.

-La enamorada del diablo-
Walter Scott

Cinco años sostuvo su promesa
de esperarlo y tener la recompensa
de sus besos y el calor de su abrazo
al sexto llegó, cambiado y parco

-Oh, has vuelto amor mío
que el martirio de tu ausencia
con este beso por fin muera
ven y abrázame, cariño mío

-Seis años tu ausencia lloré.
Mientras la muerte de otro
corría como jovial potro
mi alma en un trato cambié

-¿De qué trato me hablas?
di que no entiendo, ángel  mío
-Al que No Se Nombra le pedí
que la ventura me devuelva.

Su rostro de ángel cegado
por plateadas lágrimas apartó
y aquel hombre abismado
en llamas de oropel se cubrió

entonces el de abajo
presto su pesuña asomó
y tomó el cuerpo del hombre
cumpliendo el trato acordado

-Ven conmigo dulce doncella
de mi mano pisarás tierras
donde crecen los almendros
donde una eternidad es nada

-Mas contigo ir yo no quiero
quiero a mi amado ángel,
que me importa que el almendrero
libre crezca, si libre ser no puedo

-Con su sangre el pacto firmó
su vuelta a tus brazos cambió
por seis años de vivir en su piel.
Pidiome que te de este clavel.

-Oh, dulce amor mío
triste que sea tu último regalo.
decidme oscuro usurpador
¿dónde mora mi amado?

Cuando supo que su enamorado
en el averno había acabado
rauda tomó un cuchillo añejado
y la vida quitose para ver a su amado