jueves, 26 de abril de 2012

El fulano y yo


Aquel fulano hubiese dado
todo su imperio
por los ojos de aquella mengana.

Hubiere entregado su alma
por ver su belleza
tan cerca de él
como para que no pueda rehuir
de un beso prisionero.

Hubiera dado sus ojos
por tener de sus manos
la flaca o tibia caricia,
porque aun siquiera
sin conocerla
sabe que en ella
un tesoro aguarda
una blanca fortaleza
de lirismo infinito
de música desenfrenada
lo llaman.

Hubiera dado sus sueños
y mucho más tal vez
por entender esto
que es mucho más
que vana simpleza.

Y yo miro mi reflejo
y veo a aquel tonto fulano
en el argento espejo
y rememoro a la mengana
que me tiene atontado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario