A Camila
Siento
al tiempo detener.
Tu
mirada suspendida
en
un segundo preciso
e infinito.
Tu
mano, amiga,
lejana
y altiva,
se
aferra a mis sueños
a
mis pasados y mis miedos.
Y
callás.
Y
hasta Dios esconde
sus
manos
que
a esta altura
son
muñones.
Y
hasta vos volteás
tus
ojos
y
rehúyes de mi abrazo.
Y
me abandonás.
Y
hablás.
Pero
no decís nada.
Porque
no hay palabra
que
sea agua
que
sea comida.
Porque
solo hay desierto
solo
hay hambre.
Y
el silencio crece,
en
un infinito,
un
mudo infinito.
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