sábado, 21 de julio de 2012

Una pequeña y sutil defensa a la misantropía


Misántropo, pa.
(Del gr. μισάνθρωπος).
1. m. y f. Persona que, por su humor tétrico,
manifiesta aversión al trato humano.

Definición de la RAE

Pienso (mala costumbre que aprehendí), sobre mis relaciones sociales. Pienso y medito. Medito y pienso. Y pienso también sobre las relaciones entre otros con otros. Pienso en el mundo, en la sociedad, en el hombre. Quizá, deba empezar de lo más pequeño, a lo más grande, para poder proceder a mi defensa.
El hombre es caos en su estado más puro. El hombre presenta una dualidad de almas, de espíritus, de esencias, al y al cabo. Dentro de su ser fluye el caos a ríos, a mares. Nosotros sólo somos un mero camino de transición. No somos más que eso. Somos cuerda tendida sobre el vacío, uniendo a lo bestial, de lo divino. Nos disfrazamos de cosmos, de orden, y somos caos, completo y voluptuoso caos. Derrochadores de sexo, lujuria, despotismo, excesos, perjuicios… eso es el hombre. El hombre no es un ser de luz, el hombre busca serlo. Y de eso se trata la vida, de buscar la perfección. Perfección que no existe. Teniendo en cuenta este concepto sobre el hombre, la definición de sociedad, no es nada extrañable. Teniendo en cuenta cómo se desenvolverán las sociedades, el porvenir de nuestro mundo no es nada sorpresivo.
Entonces, yo medito y pienso. Pienso y medito. La misantropía no es algo tan aberrante. El hermetismo social es lo más sano que puedan practicar algunos individuos. Y sí, sólo algunos. Salvarse es una opción. Si todos sucumbieran al hermetismo social, no habría relaciones, si no hubiere relaciones, no habría sociedad. Y el mundo colapsaría. Por eso es menester que algunos sean los redentores que se sacrifiquen a relacionarse con la sociedad, mientras otros pocos deciden salvarse de todas las infamias que la sociedad acarrea.
Pero, luego de meditar y pensar, caigo a la conclusión de lo siguiente. Uno se aleja de la sociedad, de las personas, para salvarse del caos de éstas personas. Pero ¿quién nos salva de nuestro caos, nuestro propio y malhechor caos interno? Como toda elección nos plantea dos caminos. Por un lado tenemos la austeridad, la soledad y la introspección, buscando el equilibrio interno bajo el avizor ojo y mano propia (o la eventual presencia de alguien); o bien, por otro lado, podemos convivir insertos en la sociedad, fundiendo nuestro caos con el de otros.
Dejo mi caos, mi furibundo y tempestuoso caos, a mi encargo y al de ella, cuyo caos también es enredado y oscuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario