Ése instante tan vacío
y sublime
en que la música murió
en que el mundo se vació
y solo quedaban tus ojos
tus labios fugitivos
y algún sueño moribundo.
Aquel segundo maldito
no lo he de
olvidar.
Jamás podré arrancar
de mi sangre
tu sonrisa vagabunda
tu piel compartida
tus besos comprados.
Y no voy a hacerlo
porque ya sos historia
sos parte de mi historia
y sin mi historia
sin estas lágrimas negras
sin las risas que me robaste
sin nada de eso, no sería yo
sería ave de invierno
perdida en el mar
cayendo, en picada
a su muerte final.
Regalale él lo que tus ojos
me niegan,
Pero yo sé, que a él poco le importan.
Las estrellas me dijeron
que algún día volverás
con los sueños muertos
y el alma fatigada
a buscar refugio en mis brazos
amparo en mis palabras.
Pero no te olvides que
yo no olvido.
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