¿Creer
o no creer? Una duda existencial que a más de uno nos habrá asaltado. En
especial en la adolescencia. Quizás nuestra fe empiece a agonizar en esa época,
y termine de morir cuando uno es adulto.
Cuando hablo de fe, no me refiero ni
puntualizo sólo en la fe en Dios. Fe se le puede tener al colectivo para que no
se rompa, cuando andamos escasos de tiempo, al amigo, cuando lo necesitamos
firme a nuestro lado, al pupilo, cuando lo necesitamos radiante y brillante. Y
quizá, ahí esté la respuesta: nosotros tenemos fe porque necesitamos. Como
necesitamos, esperamos. Y esperamos algo que no está a nuestro alcance, ergo,
no está en nuestro dominio. Si estuviera en nuestro dominio mantener perfecto
el funcionamiento del colectivo, no rezaríamos para que no se detenga, pinche
una rueda o, mismo, explote.
La fe es aquella facultad que nos
creamos, ingenuamente, para asegurarnos que una ilusión, bella e infantil, se
ha de concretar. Quizá sea por eso, que al crecer, la fe se nos evapora.
Decir que la fe se nos evapora, es erróneo.
Me disculpo. Nosotros nos creamos la fe para subsistir, para creer. Para darnos
ilusiones que nos ayuden a vivir. Cuando los reveses de la vida nos aniquilan
las ilusiones, y nos hacen ver las cosas tal cual son, y no como la ingenua fe
las pintaba, desechamos aquel motor de ilusiones, de sueños, porque nos damos
cuenta que es inútil, que es absurdo, seguir pariendo sueños, esperanzas o fe,
cuando todo se torna gris o, mejor dicho, real.
Aun así, nosotros elegimos creer.
Elegimos tener fe. Yo elijo tener fe en el amor, en que en algún momento
encontraré quien me complemente y me arranque sonrisas a por montones. Necesito
creer eso, necesito creerme eso, tragarme ese cuento. La fe, sobre todo, responde
a una necesidad.
¿Creer o no creer? Sí, porque lo
necesito.
Bueno como dice el dicho. Lo ultimo que se pierde es la fe. La fe de conocer a alguien con quien puedas sentirte a gusto, de encontrar un trabajo, de darle un gusto a un ser querido, de tener un hijo, de ver luego a tus nietos, de ser fanatico de un equipo de futbol y que sea campeon, de que el pais mejore... etc
ResponderEliminarHay varias maneras de tener fe. Que como vos bien decis, nada tienen que ver con las religiones. Aunque por otro lado tampoco hay que enceguecerse en la fe ni creer que todo saldra como quiera uno. Si no por ahi las cosas no se den como uno las hubiese deseado y mayor sera la desilucion. Hay que ir tranquilo y con calma. Pero eso no significa que dejemos de tener fe o esperanzas.
Porque sin esto seria un mundo gris, envuelto en la rutina, sin sorpresas, todo monotomo, sin sentimientos. Una vida 100% igual todas las semanas, todos los meses, todos los años. Lo que nos llevaria seguramente a la depresion
Gracias, y mil gracias, por tomarte tiempo en dejarme tan lindas y certeras palabras :)
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