lunes, 19 de marzo de 2012

Poema 48

Dile que la Luna
humedece mis ojos
con sus fatuas palabras
de amores inconclusos.
Dile que la Alegría
ya no sale de su cueva
ni asoma sus sedosos cabellos
por mis noches.
Dile que la Noche
acribilla de culpas
a mi ánima penitente.
Dile que mis cantos
llaman a la sombra o al olvido
al mar o a la lava infernal
para que calmen mis culpas
para que ahoguen los gritos
de fastuosa desesperación
que hieden mi corazón.
Dile que mi Día
es tormento
es remordimiento.
Dile que me perdone
que no supe leerme.
Dile, al hijo de Adán,
que mis plegarias
nunca lo han abandonado.
Dile que ya no me quedan
ansias en las que creerme
soledades en las que esperarle
vanidades en las que vestirme.
Dile que ya no me quedan
sueños en los que dormirme
amparos en los que creerme
ni sangre a la cual jurarle.

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