de Charles Baudelaire
Te golpearé sin cóleray sin odio, como un carnicero,
¡ como Moisés la roca!
Y haré de tus párpados,
para abrevar mi Sáhara,
brotar las aguas del sufrimiento.
Mi deseo henchido de esperanza
en tus salados llantos nadará
como una nave que se hace a la mar,
¡ y en mi corazón que embriagarán
tus queridos sollozos resonarán
como un tambor al tocar la carga!
¿No soy yo un falso acorde
en la divina sinfonía,
gracias a la voraz Ironía
que me sacude y me muerde?
¡Ella está en mi voz, la chillona!
¡Es toda mi sangre, ese negro veneno!
Soy el siniestro espejo
donde la arpía se mira.
¡Soy la llaga y el cuchillo!
¡Soy el bofetón y la mejilla!
¡Soy los miembros y la rueda de tortura,
y la víctima y el verdugo!
¡Soy de mi corazón el vampiro,
_uno de esos grandes abandonados
a la risa eterna condenados,
y que ya no puede sonreír!
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