viernes, 3 de febrero de 2012

Poema 32

 Ojalá supieras
que necesito tu perdón
tanto como necesito
este aire que respiro.
J. I. M.

¿Quién oirá mis plegarias
cuando el cielo se torne negro
y las luces se oculten
y en la oscuridad de la mentira
hasta mi propia sombra me abandone?
¿Quién oirá mis plegarias
cuando el viento gélido de mayo
arranque las doradas hojas
de aquel paraíso tan lejano?
¿Quién oirá mis plegarias
cuando el silencio de la muerte
crezca en mi garganta
y ya no me deje decirte
lo tanto que te extraño?
¿Quién oirá mis plegarias
cuando aquel arcano miedo
brote en un rezo torvo
y pida que vuelvas a hablarme?
¿Quién oirá mis plegarias
cuando le pida a la ventura
         o a las iridiscentes estrellas
que me devuelvan tus palabras
de niño, de hombre, Hijo de Adán?
¿Quién oirá mis plegarias
cuando la noche me acoja
con sus brazos abiertos
y pinte incertidumbres en mis ojos?
¿Quién oirá mis plegarias
cuando más anhele tu voz
y necesite la redención de tu perdón?
Oh, mi Dios, perdóname.

¿Quién las oirá, Hijo de Adán,
si hasta tú me has abandonado?

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