jueves, 6 de octubre de 2011

Cartas Perdidas


Querido Ignacio:
               ¿Cómo estás? tanto tiempo sin leer alguna de tus palabras me hace extrañarte. Yo sigo aquí, en esta islucha. La semana pasado ha llovido torrencialmente e hizo frío. Ahora prometen días hermosos. Si hace frío no es mucho, y si hace no le presto mucha atención, y el sol advierte con asomarse pronto. Realmente lo ando necesitando.
               He conocido a alguien. Sí, después de mucho atarme a vos sabés quien, me di el “lujo” de conocer a alguien. También he empezado terapia. Quizá a esto se deba el lujo.
               Ella es especial. Inteligente, hermosa… si la vieses vos también sentirías lo que yo. Después de mucho cavilar, me di cuenta, que no puedo estar eternamente atado a un imposible. Claramente, no puedo dejar de lado este imposible. Creo haberte comentado, algún tiempo atrás, lo importante que son los “imposibles” para mí. Creo que es lo que más fuerza e impulso le dan a uno. Pero llegué a la conclusión, que solamente es eso: fuerza e impulso.
               Creo que no es bueno, mucho menos sano, atarme a un imposible, el cual no sé si algún día me animaré a demostrar que era imposible. Por el momento, pienso dejar de lado lo que siento por ella, La Imposible, y arriesgarme a ver qué pasa con la que no conozco… que en todo caso, cualquier cosa con ella me parece más plausible que con la otra.
               Espero no haberte mareado mucho. Hoy más que nunca espero tus líneas.

Con muchos cariños
Edward

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