domingo, 30 de octubre de 2011

El enamorado y su muerte



        Y ahí estaba ella, esperándolo a él.
            Y ahí estaba él, esperando a otra mujer.
               ¿Qué podría entender la muerte de amor?
                   ¿Qué podía entender el hombre de muertes?
               Y la Dama de fríos labios, de sueños perdidos
           lo ve y sueña con el momento de tenerlo
        -Mío serás- un día le dijo- tu vida me pertenecerá
           -Mi vida dueña ya tiene- le respondió
               -Tonterías- mientras una lágrima negra
                   por sus ojos brotaba y con desespero corría.
        Llevarlo un día intentó, pero su necromancia
           con aquel cuerpo pueril y joven no resultó
               -Mi vida ya no es mía.- le objetó aquel muchacho-
                    Ella se la bebió en cada beso, en cada abrazo.
        Ella tomó lo mejor de mí, y dejó sólo el cuerpo
           de este que te habla, dulce Dama Blanca.
               -Te esperaré.- balbuceo, perdida en sombras.-
                   Algún día tu corazón por ella dejará de latir
        y comenzará a aullarme, para que calme su dolor.
           Y pensaré que si ese corazón fuese mío,
               dolor ya no tendrías, porque todo en ti calmaría.
                   -Mi corazón dejará de latir cuando el
        de ella se aferre a la frialdad de tus brazos.
           Quizás lo que a la Dama Blanca
               le hubiese faltado saber, es que sus corazones
                   seguirían latiendo, no importe la distancia
        no importe el tiempo, el lugar o quién se interponga.

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